Nunca hay nada que perder pero sí mucho que ganar.
En cada examen casi se da la vida, por ello las horas previas deben llevarse bien.
En las horas previas siempre hay dudas de si el contenido que se ha estudiado es el correcto (a buenas horas surge tal duda) de si lo hemos estudiado todo (siempre hay algo que te dejas) o de si hacemos bien en presentarnos o no.
Antes del examen empiezan los nervios y entramos en trance, la sensación de pánico llega a ponernos en situación de estrés, por lo que el cerebro decide bloquearse. Y hay dos soluciones: o te tranquilizas y todo saldrá como Dios quiera, o pones en marcha las piernas y te vas.
Odio el mes de septiembre, mucho más que febrero y más que junio, por la sensación de que el curso dura una eternidad, que tras los exámenes tendré solo una semana para hacerme a la idea de que empiezo otro curso en el que volveré a dejarme asignaturas para septiembre y en el que también me quedarán asignaturas.
Aún así, adoro la vida universitaria.
Mañana (o pasado) tendré mi primer examen, y para empezar bien la época de repesca lo hago con un oral de una asignatura ... por así decirlo, poco querida, no por el temario, Derecho Internacional es interesante, sino por el enigma que envuelve a la forma de aprobar esa asignatura.
Espero aprobarla por fín y poder decir dónde está la clave.
Un besako
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